Por mucho que sorprenda, el tabaco fue por muchos años un cultivo de referencia en la agricultura leonesa, más concretamente en la región berciana, donde supuso no solo revulsivo económico, sino también un estilo de vida que ya ha desaparecido. En los años de máxima producción, allá por los años 60, la producción final de hoja de tabaco llegó a alcanzar las 1.000 toneladas, cifra nada despreciable si tenemos en cuenta que de media se obtienen unas 1,5 toneladas por hectárea de cultivo, lo cual nos da una idea general de a qué punto llegó esta planta a tener presencia en toda la olla berciana.
¿POR QUÉ TABACO?
El tabaco es una planta americana que requiera dos cosas fundamentales, un clima más bien cálido sin llegar a ser extremo en temperaturas, y un suelo suelto y rico en materia orgánica. Las principales zonas cultivadoras de tabaco en el mundo responden a estas condiciones climáticas. Pero el avance en variedades, cruces e híbridos permitió que la cuestión climática fuera algo más fácil para ser implantado en suelos europeos y en climas no tan cálidos como los del sureste estadounidense o Las Antillas. El tabaco se llegó a cultivar por casi toda la Europa meridional, incluyendo regiones como los Balcanes o Bulgaria, bastante alejados de esos parámetros iniciales.
El consumo de tabaco fue muy alto, y se incrementó espectacularmente desde los años 30 del siglo XX, no solo como planta que proporciona ciertos efectos relajantes por la nicotina, sino también por la imagen que se ofrecía de sofisticación y madurez a través del cine. Por entonces se desconocían los efectos secundarios de su consumo en exceso. tras la Guerra Civil, se vivió un estado de autarquía económica que prácticamente imposibilitaba la importación de tabaco, ni siquiera como hoja no manufacturada, desde las principales zonas productoras. Es por ello que el gobierno de Franco decide producir el tabaco en suelo peninsular y en Canarias, lugar este último que alcanzó gran fama por sus puros. Extremadura también fue otra zona donde el tabaco alcanzó gran presencia.
La llegada a El Bierzo del tabaco se produce hacia los años 40. Las primeras plantaciones responden favorablemente y los niveles de producción, sin ser excesivamente altos ni rentables, permitían ser optimistas sobre su futuro. La venta de la hoja estaba siempre asegurada gracias a los contratos que se mantenían con la Compañía Española de Tabaco en Rama S.A. (CETARSA). Desde esta empresa pública se marcaban las cuotas de producción, qué precios percibirían y qué variedades debían cultivarse según las demandas del mercado. Este factor es clave para entender el devenir del tabaco.
De las hojas leonesas de tabaco salían los picados para la pipa, las hojas secas para liar cigarrillos y en los años 50 las primeras cajetillas con cigarrillos ya preparados con nombre comercial, teniendo cada marca una composición en variedades de hojas y otros compuestos químicos que eran los que dotaban del aroma y sabor particular.
APOGEO Y DECADENCIA DEL TABACO
Los años 60 marcan los mayores niveles de consumo de tabaco y con ello los mayores índices de producción. Aunque no me he podido con las producciones y superficies de tabaco que había por entonces, si establecemos unos rendimientos medios de unas 2 toneladas por hectárea, y teniendo en cuenta que llegaron a las 1.000 toneladas, obetnemos una superficie de unas 2.000 hectáreas aproximadamente. Marcas como Ducados, Bisonte, Celtas...eran las más consumidas por los fumadores de entonces, que además se acompañaban de un bajo precio.
A mediados de los años 60 se introducen cambios en el consumo. Llegan marcas americanas, todas del denominado "tabaco rubio", como Winston, Camel, Lucky Strike...con un sabor más suave y merchandising muy apoyado por el cine, la televisión y hasta personajes famosos del momento incluyendo deportistas donde aconsejaban fumar estas marcas. El tabaco leonés tuvo que adaptarse a esos cambios, pero no era posible competir contra las multinacionales americanas. Además el clima y suelo de la zona hacía poco rentable estas variedades frente a otros lugares de la península como el norte Cáceres. Así comienza un largo declive de la producción de tabaco leonés.
En 1986 España entra en la Unión Europea. El tabaco no es un cultivo que interese mucho ni tiene un peso específico destacado dentro del conjunto de la agricultura europea, por lo tanto se mantuvo lejos de políticas intervencionistas, pero también de posibles ayudas como sí disfrutaron otros cultivos. A ello hay que sumar el factor de dependencia de compra de CETARSA, que cada vez exigía precios más bajos, variedades más concretas y en producciones más altas. Por último, la apertura de mercados e importaciones masivas desde otros estados asiáticos y de Medio Oriente, abarató más el precio del tabaco, aunque su precio de compra al agricultor era sensiblemente superior al de cualquier otro producto.
Existió un tercer factor y era el coste de cultivo: el tabaco es una planta muy sensible a hongos y enfermedades víricas. La propia planta es sensible a una enfermedad que afecta a otras plantas hortícolas, el llamado virus del mosaico del tabaco. Su tratamiento, una vez infectada la planta, es muy caro y a veces no merece la pena ni siquiera tratarlo. Por lo tanto, y a pesar de su relativa rentabilidad, pero siendo caro de mantener y dependiente de la compra por parte de CETARSA, decae su cultivo hasta desaparecer en 2005.
Para que nos hagamos una idea, en 1986 la superficie de tabaco leonés era de 267 hectáreas, con producciones de 534 toneladas anuales. en 2005, año último de cultivo, la superficie era de 42 hectáreas y una producción de 92 toneladas. El precio que se pagaba por cada 100 kilogramos de tabaco llegó a ser de 450 euros en 2001, año en que se alcanzó el máximo de cotización.
DEL TABACO AL PIMIENTO
En 2003 entró en vigor la Reforma Agraria que imponía la Unión Europea (denominada Reforma Fischler), una reforma muy importante que afectó de modo indirecto al tabaco por cuanto establecía que los cultivos menos rentables pudieran quedar fuera de toda ayuda, salvo que los estados miembros así lo decidieran pero con sus propias normativas. El Ministerio de Agricultura español propuso que el tabaco se concentrara toda la producción en el norte de la provincia de Cáceres, dado sus mejores niveles de
producción y calidades demandadas obtenía, además de ser el único cultivo
rentable económicamente en algunas de dichas zonas. Para el resto, se optó por dar cultivos alternativos y rentables. Canarias por ejemplo ya lo había hecho hace años, pasándose al plátano y otros cultivos de carácter subtropical de los que son casi productores en exclusiva en España.
¿Qué se ofreció a los cultivadores de tabaco leoneses? durante décadas se reclamaron ayudas puntuales de la junta o del gobierno central, por cuanto su importancia económica y social era clave en la realidad berciana. Y durante décadas todas las administraciones se negaron a ello. Llegados al 2004, el gobierno central propone a los agricultores leoneses cultivar pimientos acogiéndose a la relevancia de la recién estrenada I.G.P. del Pimiento Asado del Bierzo. El gran argumento de partida y que valió la aceptación de los afectados fue el precio percibido final, en 2009 llegó a 12.000 euros por hectárea, bastante superior al precio del tabaco (en 2005 llegó a apenas el euro por kilogramo obtenido) y con menos problemas de comercialización ni de cultivo. Esos pimientos además deberían ser precisamente para la comercialización del pimiento asado, con lo cual la venta estaba casi garantizada de partida. Los 54 productores oficialmente censados, la mayoría entre Cacabelos, Quilós y Carracedelo, finalmente aceptaron reconvertirse, no todos, pero la mayoría.
En 2005 el tabaco desaparece de las estadísticas agrarias leonesas y desde entonces la presencia del tabaco en la agricultura leonesa es nula. De este modo concluye la historia, corta pero interesante, del tabaco leonés.
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