desde el año 2010 se viene sucediendo una polémica agroalimentaria acerca de un garbanzo cultivado en la región leonesa de Maragatos y que se considera como una variedad autóctona. Hablamos del garbanzo Pico Pardal, usado muy profusamente en la gastronomía maragata tanto para el mítico cocido maragato como con otros platos tradicionales de garbanzos. Aquí una muestra tomada de la página abuenbocado.com.
El origen de la polémica surge cuando mayo de 2010 se crea la Asociación Promotora Pro Garbanzo Pico Pardal en Valdeviejas de mano de algunos entusiastas de la gastronomía maragata y restauradores. Su objetivo es reconocer como variedad propia este garbanzo y lograr algún etiquetado de calidad o incluso la denominación de origen. Su nacimiento promovió primeramente un debate sobre esta variedad. y lo que parecería una iniciativa loable en defensa de nuestra debilitada producción agraria, se ha ido convirtiendo en una agria polémica que en poco o nada favorece ni al garbanzo ni a la imagen de la gastronomía leonesa, y no por culpa de esta asociación.
El garbanzo pico Pardal es un tipo de garbanzo muy cultivado en Maragatos, especialmente en Valdeviejas y Castrillo de los Polvazares, del que se destacan algunas características como su piel mucho más fina y suave, textura cremosa y que requiere un proceso de cocción de menor tiempo, además de su tamaño más reducido y su forma redondeada con un pico en su base característico que es lo que le da el nombre. Estas son las características que se le suponen a esta variedad.
Una investigación del Departamento de Ingeniería Agraria y Ciencias Agroalimentarias de la Universidad de León, efectuada ese mismo año de 2010, determinó que no existe una uniformidad fisiológica ni de composición nutricional que invite a creer que existe esa variedad al menos en un grado de uniformidad interna y a la vez de diferenciación frente al por ejemplo el pedrosillano. Esto no implicaba para nada rechazar su existencia, pues tanto la denominación como las características que se le otorgan ha sido reconocidas como tales históricamente y reflejados en la tradición gastronómica de la zona.
Si la polémica parecía poca aparece otra más seria: una conocida marca envasadora de legumbres, Luengo, registró la denominación Pico Pardal como marca comercial años antes, y reclama los derechos de uso y explotación de dicho nombre. A pesar de ese registro mercantil, existen otras envasadoras que ofrecen garbanzos etiquetados como Pico Pardal sin pagar canon alguno por el uso del nombre.
Nos encontramos con un hecho contradictorio en sí mismo pues es innegable que el garbanzo Pico Pardal existe en la tradición gastronómica desde hace siglos, pero a la vez ese garbanzo no parece corresponderse con una variedad muy en concreto sino a fenotipos pertenecientes al pedrosillano o incluso castellano e incluso mezclas. Legalmente, y es mi opinión, no creo ni acertado crear una marca comercial llamada del mismo modo, ni menos aún exigir derechos de explotación de la misma cuando ya existe en la tradición maragata desde tiempo atrás.
Exista o no el garbanzo Pico Pardal como variedad propia y definida, lo cierto es que el garbanzo maragato no es igual que el resto y eso cualquiera lo detecta enseguida. Es extremadamente suave en la boca, mantecoso, la piel a veces molesta ni se nota, y en la cocción es evidente que no tarda el mismo tiempo que el lechoso. Si en verdad se quiere trabajar en pro de esta denominación deberían de establecerse unos criterios de uniformidad y confirmar una variedad como propia que se prolongue en el tiempo.
Veremos cómo evoluciona el asunto, pero me temo que por ahora seguirá enfangado en pleitos y discusiones sin sentido.
Comentarios
Publicar un comentario